FRAGMENTO DEL CUENTO UN CAMINO RECTO

Arte, literatura y algo más presenta una colaboración de Angélica de la Cruz


fragmento del cuento
UN CAMINO RECTO  

[Parte 3]
  Angélica de la Cruz


    No podía sentir nada, mas que mi vientre vacío y mi intestino que se carcomía así mismo, con el deseo de un bocado por deshacer. Detuvimos un instante la travesía; no sé porqué razón lo hicimos, pero lo único que quería, era que todo terminara pronto. 
    
Estaba obligada a estar frente al “ñala”  cuando comenzaron a colocarle unas hierbas olorosas en su cuerpo. El animal estaba tranquilo, hasta que uno de ellos saco de su taparrabo una botella con un liquido amarillento, que al destaparla desprendió un olor a demonio, un olor terrible, hasta los bichos que habitaban bajo las piedras comenzaron a salir; los insectos corrían sin rumbo y las aves parecían estar locas en el cielo y el “ñala” estaba más inquieto que nunca. El miedo pintó un color en mi rostro cuando vi aquel monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, estaba desfigurado, daba miedo ver ese espectro, tal vez medía unos tres metros. Levanté la mirada larga y llena de espanto, el monstruo estaba al borde de mis pies. Me pareció haber visto una visión en sus ojos, un gran laberinto en su mirada. No mostraba señas emocionales. A partir de aquella visión, comenzó mi espíritu a verse perturbado. Mi alma y vida estaban entregadas por completo a aquel mino-tauro. En breve instante, estando en tan flaca y débil condición, quise hacerme la fuerte. Mas mi mente regresó al pasado, al pasado donde yo hubiese podido ser feliz. Ahora mi vida es esta, ¿Cómo llegue aquí?

PERROS DE LUZ

ALA + Presenta con agrado un texto de  Jesús Marín 

Perros de luz

 Jesús Marín
[Durango, México]


¿Esperas que una mujer venga a salvarte? Bendita inocencia de hombre. ¿Quieres renacer de nuevo en su vientre? Cada vez el mundo es jodidamente más lejano. Y son menos los muslos que se te abren. Y las mujeres igual de solas que tú. Igual de perras que siempre. Perros ciegos nosotros dando mordiscos a la nada. El amor es una pendejada para morir engañado. Nadie está a salvo en ninguna parte. No existe ninguna parte.

Los pasos de la muerte se escuchan mejor cuando el mundo se ha rendido, cuando la sangre ya no fluye. Miras el rectángulo de luz, cerrándose, oyes sin oír los gemidos de tu alma. Quisieras que todo hubiera acabado, pero la maldita sed no cesa. La nostalgia es una daga cruel. Lo único que importa es sobrevivir una noche más. Ya vendrán otros a sustituirte.
Uno no puede renunciar a lo que es, lo lleva en lo sagrado de los huesos, en lo amarillo de los ojos. Uno no puede dejar de ser un viejo lobo prematuro, derrotado por cándidas caperuzas, por sirenas descontinuadas. Y aunque bebas en vasos de cristal siempre vas a terminar aferrado al cuello de oscuras cahuamas, con la baba humeante y caídas en rancios precipicios, con los sueños ahogados en latexs, esperando por un segunda oportunidad, nunca dejaras de ser un perdedor, un jodido perdedor que se cree un héroe, cierto Looser es un bella palabra, invento gringo para hacer la poesía un negocio rentable, volver respetables a borrachos malolientes. Y la única poesía es todo lo que se tiene para enfrentar la puta derrota. Cierto, a la medianoche cualquier cerveza es religión, cualquier mujer se vuelve indispensable, lo que importa es seguir ladrando, seguir mordiendo sin rendirse. Dar la pelea hasta el último ladrido. Morirse de rabia es preferible a morirse de piedad. Sigue ladrando,¡ oh perro de luz ! Aún nos queda cerveza. Aún nos queda algo de semen. Y un gramo de fe para desperdiciarla en otra noche lejos de ella. Lejos de su carne y del sabor de su alma.

Me gusta viajar en camiones. Ver pasar por la ventanilla infinidad de paisajes. Árboles infinitesimales. Casas habitadas por hombres con sus pequeñas historias, Viajar sin detenerse. Excepto para recargar la hielera de cerveza. Excepto para una buena meada. Viajar sin hogar ni destino. Huir de la muerte y sus complejos. Escuchando al viejo Mozart. Bebiendo la cerveza como si fuera penitencia, ¿así quién necesita de Dios? A quién le hace falta una mujer cuando puedes volar sin ellas. Mirar la carretera, la delgada línea amarilla te dice qué hacer, te señala a donde ir. Cierra los ojos. Mete a fondo el pedal hasta que te duelan los dientes. Y luego beber más cerveza. Dios cada vez es un punto más pequeño en el horizonte.
Hay algo de magia en dormir en cuartos descarapelados. En moteles de cien pesos la noche. En camas parchadas de sábanas percudidas. Es como formar parte de añejas historias. Cuánta sangre y sudor no habrá en esa vieja cama. Qué historias podrían cantar las viejas paredes del hotel. Y ese enorme espejo, empotrado en la pared al costado de tu cama. Gritando lo feo que eres. Lo derrotado que estás. A quién le hace falta sus verdades. Qué dios es capaz de escupir así. Putos todos. Puto tú, puto yo, puto el mundo. Y a la puerta la aseguras por dentro con lo que halles. Como si tuvieras algo que te pudieran robar, como si las mujeres y la vida no se hubieran encargado ya de ti, Con una vieja silla apalancas la puerta, al menos esta noche tienes donde dejar caer el esqueleto, donde dormir sin miedo a soñar. Miras el desgastado letrero de precios y servicios, pegado a espaldas de la puerta: treinta y cinco pesos por condones, quince por diminutas cervezas, ¿Cuánto por un trago de aliento? Por unos gramos de valentía. Y grabados en las paredes los nombres de otros, de las otras, perros y perras, muertos y muertas, tan vivos en esa pared, a salvo del olvido, que antes que tú, visitaron el cementerio de sus cuerpos, Prendes la televisión desde un control adosado en la pared ,miras más que escuchar la voz de la locutora. Das un trago de cerveza. Otra noche más que soportar, ojalá tuvieras algo qué ofrecer. De qué te sirven los títulos obtenidos. Los rezos de tu madre muerta. Aquella primera morra que te entregó su quinto, si acabaste en el fondo, en el hotel de las nostalgias, bebiendo cerveza, la única perra que nunca te ha traicionado. ahora la única ambición es tener cahuamas de esta noche, cahuamas como gusanos carcomiéndote las extrañas, lacerando lo que te queda de tu hígado, chingue a su madre el mundo y puto el que no chupe. De nada te sirvieron los consejos de tu viejo. Ni el ejemplo de tu abuelo que fue militar. Cuando naces con la sangre envenenada ni Dios padre puede salvarte. Ni las manos milagrosas de mujer pudieron evitar tu destino. Nacido para ladrarle al viento. Para ahogarse en su vómito una noche que casi esta cerca, seguir chupando hasta reventar. Llenar estos ojos de golondrinas muertas. Y ese corazón de naufragios. Beber hasta que la vida implore. Te fuiste ese viernes pequeña perra. Me cambiaste por un gato, no supe qué decir. El tiene siete vidas yo una, y te pertenece. Espero que el gato sepa ronronear mejor que yo. Y nada fue diferente de lo que ha sido. Lo sé, simplemente lo sé. A veces he querido regresar al hotel, lugar donde nos despedimos. Pero hubo algo en la historia que estuvo mal…

  Eres lo más cercano a un hombre que he tenido, me dijo mientras se ajustaba las medias. Fue entonces cuando lo supe, la amaba. Y se fue dejándome mil pesos menos en la cartera. Es viernes y lo único que tengo es una vieja película que he visto mil veces, el hombre que cae doblado por la nostalgia y la cerveza que dura tan poco y la voz de ella pidiéndole: hey Sam, tócala de nuevo, por los viejos tiempos. Chingao y aún hace tanto frío aquí dentro.

El cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven: Una pequeña recapitulación 

Reseña
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|Pablo Antúnez

El cuarto movimiento de la novena sinfonía del alemán (antes Sacro Imperio Romano Germánico) Ludwig Van Beethoven, contiene la majestuosa melodía conocida para muchos, únicamente como Oda a la alegría.

De acuerdo con los registros bibliográficos, el poema titulado An die Freude, (Oda a la alegría), fue escrito por el poeta alemán Friedrich von Schiller en 1785. Siete años después, en 1793, cuando Ludwig Van contaba con 22 años, conoció la obra poética y enseguida quiso musicalizar el texto de su admirado poeta.

De esta forma surgió la Novena Sinfonía en RE Menor, Op. 125 cuya belleza excepcional impresiona a los oyentes, logrando lo que el compositor deseaba; no obstante, el músico tenía un propósito más allá del goce efímero de la armonía. Su propósito era provocar una sensación de paz y fraternidad de sus oyentes.

El cuarto movimiento (Op. 125, Presto-Alegro) comienza con breves recapitulaciones de los primeros movimientos. Los violonchelos responden con sonidos inicialmente pensados para la voz humana
1,2. Finalmente, el bajo irrumpe con un llamada «Amigos no en esos tonos...», tras lo cual, la melodía basada en la oda es interpretada, primero por la orquesta, y luego por el coro. Los violonchelos, las flautas y los oboes crean el clima; y, después las voces masculinas y femeninas se alternan declamando la “Oda a la Alegría” de Schiller, arropadas por el todo orquestal. Sin duda la cúspide de la novena sinfonía.


La partitura original de la Novena sinfonía de Ludwig, fue declarada patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO en el 20033; así mismo, es considerada como uno de los manuscritos más valiosos de la colección musical de la biblioteca estatal de Berlín4.




Versión de Herbert Von Karajan


TEXTO ODA A LA ALEGRÍA

[Texto original en lengua alemana]

O Freunde, nicht diese Töne!
Sondern laßt uns angenehmere anstimmen,
und freudenvollere.
Freude! Freude!

Freude, schöner Götterfunken
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.

Chor

Wem der große Wurf gelungen,
Eines Freundes Freund zu sein,
Wer ein holdes Weib errungen,
Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele
Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer´s nie gekonnt, der stehle
Weinend sich aus diesem Bund!

Chor

Freude trinken alle Wesen
An den Brüsten der Natur,
Alle Guten, alle Bösen
Folgen ihrer Rosenspur.

Küsse gab sie uns und Reben,
Einen Freund, geprüft im Tod.
Wollust ward dem Wurm gegeben,
Und der Cherub steht vor Gott.

Tenor Solo & Chorus

Froh, wie seine Sonnen fliegen
Durch des Himmels prächtgen Plan,
Laufet, Brüder, eure Bahn,
Freudig wie ein Held zum Siegen.

Chorus

Seid umschlungen, Millionen!
Diesen Kuss der ganzen Welt!
Brüder - überm Sternenzelt
Muss ein lieber Vater wohnen.

Ihr stürzt nieder, Millionen?
Ahnest du den Schöpfer, Welt?
Such ihn überm Sternenzelt,
Über Sternen muss er wohnen.
[Traducción al español]

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
¡Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría!
Alegría, alegría!

¡Alegría, bella chispa divina,
hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
y todos los hombres serán hermanos
bajo tus alas bienhechoras.

Solo de Cuarteto de voces y Coro

Quien logró el golpe de suerte,
de ser el amigo de un amigo.
Quien ha conquistado una noble mujer
¡Que una su júbilo al nuestro!
¡Sí! que venga aquel que en la Tierra
pueda llamar suya siquiera un alma.
Pero quien jamás lo ha podido,
¡que se aparte llorando de nuestro grupo!

Solo de Cuarteto y Coro

Se derrama la alegría para los seres
por todos los senos de la Naturaleza.
todos los buenos, todos los malos,
siguen su camino de rosas.

Ella nos dio los besos y la vid,
y un amigo probado hasta la muerte;
Al gusanillo fue dada la Voluptuosidad
y el querubín está ante Dios.

Solo de Tenor y Coro Masculino

Alegres como vuelan sus soles,
A través de la espléndida bóveda celeste,
Corred, hermanos, seguid vuestra ruta
Alegres, como el héroe hacia la victoria.

Chorus

¡Abrazaos Millones de seres!
¡Este beso al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
Debe habitar un Padre amante.

¿Os prosternáis, Millones de seres?
¿Mundo presientes al Creador?
Búscalo por encima de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!


Citar como:
Antúnez, P. (2011). El cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven: Una pequeña recapitulación. Disponible en: https://arteyalgo.blogspot.com/2011/06/cuarto-movimiento-de-la-novena-sinfonia.html. Fecha de consulta:

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Referencias.
[1] Quintás, A. L. (2015). La Novena Sinfonía de Beethoven (Vol. 13). Ediciones Rialp.
[2] QUINTANILLA, A. (2015). La Novena Sinfonía de Beethoven y su poder formativo.
[3] MDL. Sinfonía número 9 en re menor, opus 125, de Beethoven. Disponible en: https://www.wdl.org/es/item/15063/. Consultado por Pablo Antúnez el 19 de octubre de 2018.
[4] IMSLP. (2010). International music score library project/Petrucci music library.  Disponible en: https://imslp.org/wiki/Main_Page. Fecha de última consulta 20 de octubre de 2018.

Ante la ley - Franz Kafka

ALA +  Presenta  Ante  la ley  


Franz Kafka
                                                                                                                                                           Checoslovaquia: 1883-1924




Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.
FIN

LA HORA AZUL 5








Contenido

Textos-
Luis Armenta Malpica
Jorge Torres Daudet
Pablo M. Antúnez
Guillermo de Jorge
Gustavo Borga
Liliana Marescalchi
Fernando Montesdeoca
Lydia Raquel Pistagnesi
Marcela García Ferré
Karla Licano
Jesús Rito García
Miguel de la Cruz
Ofelia Pineda

Fotografía-
María José Carmona
Nacho García

Editor y Director de Arte-
Fabián Matías
Jefa de Redacción-
Nahima Dávalos
Editora Fotografíca-
Mónica Cruz

Y NOSOTROS EN CONTRA DE NERUDA [segunda versión]


|Arte, Literatura y algo más|
Comparte la segunda versión del texto "Y nosotros en contra de Neruda




Pablo M. Antúnez

nosotros que nacimos esta tarde
relinchamos con euforia descarada
sin leerlo ni haberlo conocido
nos declaramos en contra de neruda

¡condenamos su mayor atrocidad!
escribir esos versos tan grandiosos 
                                              -y cursis-
                                   el poema veinte

nosotros
los paridos en la siesta
pataleamos y gruñimos con locura  
nos armamos en contra de neruda

¡ay de nosotros!
que ladramos o morimos
cuando oímos sus versos canturrear



nosotros
       -los insolentes-
¡estamos poseídos por la palabra!
reímos en vez de reverenciar
maullamos en vez de suspirar

nosotros
amamos los adverbios
las metáforas inaprensibles
amamos lo absurdo
y los núcleos nominales
adoptamos al queismo
y también los gerundios


¡ay de nosotros!
los irreverentes
¡estamos en contra de neruda!

sin embargo
seguimos en la espera de su resurrección


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Poemas de Bukowski


Charles Bukowski (Alemania 1920 - Estados Unidos 1994









eres una bestia, me dijo ella
con tu blanca panzota
y esos pies peludos.
Nunca te cortas las uñas
y tienes manos regordetas
zarpas como de gato
tu narizota  colorada y brillosa
y los huevos más grandes
que he visto nunca.
Arrojas esperma como una
ballena arroja agua por
el agujero de su espalda

Bestia bestia bestia
me besa,
Qué quieres para el
desayuno?





LOS LOCOS SIEMPRE ME HAN AMADO



Los locos siempre me han amado
y los subnormales
a lo largo de párvulos
primaria
secundaria
universidad
los no queridos
se prendían
de mí.
Los mancos
los epilépticos
los tartamudos
los tuertos,
cobardes
misántropos
asesinos
fenómenos
y ladrones.
En el trabajo y en
el ocio
siempre atraje
a los indeseables. me encontraban
y se prendían de mí. Aún lo
hacen.
Ahora en este vecindario
hay uno que me ha
encontrado.
él merodea
empujando un carrito de supermercado
lleno de basura:
latas abolladas, cintas de zapatos,
bolsas vacías de papas fritas,
envases de leche, periódicos, portaplumas…
“hey, cuate, cómo estás?”
me detengo y conversamos
un rato
luego me despido
pero él
me sigue.
paso las cantinas
y los burdeles…
“manténme informado,
cuate, manténme informado,
quiero saber qué pasa.”
él es mi novedad.
nunca lo he visto
conversar
con nadie más.
El carrito traquetea
un momento
detrás de mí
entonces algo
cae.
Él se detiene
para recogerlo.
Entretanto yo
camino por
la puerta principal
del hotel verde de la esquina
cruzo a lo largo
del vestíbulo
y salgo por la puerta
trasera
hay un gato
enmierdándolo todo ahí dentro
absolutamente encantador,
me sonríe.