IMAGEN LITERARIA



LAS SEÑORITAS TIRAN LA MANO BAJO LA MESA

 
Pablo M. Antúnez

¿Has estado con la mujer de Celestino?

¿Sabes cómo mira cuando hace el amor?

¿Sabes cuántos lunares hay en su entrepierna?

¿Sabes qué tanto debes estirar los dedos para cubrir sus senos?

Irá a tu casa hoy

irá a verte

sabe que debe subir 16 escalones para llegar a tu habitación.

Estarás de cabeza allá adentro.

Tocará cinco veces la puerta

sabe que el cinco te sacude hasta la médula.

La recibirás apuntándola con una pistola. Ella lo sabe.

Después del beso te dirá: Pequeño pez, soy una escritora.

 

Guarda silencio. Puedes decir alguna idiotez.

Es una forma común de confesar una derrota.

Trátale bien y no la juzgues. Ha perdido la esperanza de encontrar un poema en esos textos que escribe.

Hoy día, decir “soy poeta” es una forma menos lastimosa y algo elegante de reconocer la incapacidad de ser poeta. No lo olvides.

Llevará el libro de Rodrigo para enseñarte la forma más certera de nombrar a los idiotas.

Calla, no te ríes ni hagas movimientos bruscos.

No la mires ni pronuncies su nombre si se para frente al espejo.

Pronunciará tu nombre en sílabas antes de sentarse junto a ti y cruzar una pierna encima de la otra.

Cuando se acerque como una loba, querrás retroceder. Resiste.

Mirará siete u ocho veces cada lado de tus ojos. Sentirás un hormigueo y te darán ganas de pararte de golpe y sacudir las piernas. Resiste.

 





ADIÓS AL CONSEJO EDITORIAL DE LETRAS LIBRES


Querido Enrique:

He decidido abandonar el consejo editorial de Letras Libres.

Como sabes, desde hace tiempo me he ido desplazando hacia la izquierda y, casi por carambola, mi distancia intelectual e ideológica con la revista ha crecido, al grado de que hoy rara vez coincido con sus posturas políticas y estéticas. Ocupada en censurar toda práctica de izquierda, la revista desatiende sistemáticamente asuntos que me parecen cruciales: la desigualdad, la exclusión, la precariedad económica. Consagrada a defender un liberalismo que terminó por volverse hegemónico, apenas si hace la crítica de nuestro presente, de las sociedades capitalistas y democracias liberales en que vivimos.

Como también sabes, no comparto la hostilidad de buena parte de los consejeros ante todo aquello que rebasa los bordes del humanismo liberal (la “teoría”, la academia, los estudios culturales, el arte contemporáneo, las vanguardias, los estridentistas, Papasquiaro… y lo que se acumule esta semana), y desde luego no planeo sumarme a ninguna cruzada contra ello.

Se me ha dicho que puedo expresar mi disenso –siempre y cuando no sea radical– en las páginas de Letras Libres y dar la lucha desde el consejo. No estoy seguro de lo segundo: mi función como consejero editorial ha sido siempre menor (rara vez se me ha consultado algo) y, a mi juicio, los dos o tres dictámenes críticos que entregué sobre la revista no fueron atendidos. En cuanto a lo primero: me parece mejor exponer mi desacuerdo –a veces radical– desde otra parte.

Un abrazo.

Rafael Lemus

(Carta abierta a Enrique Krauze enviada a la redacción de Letras Libres.)

Fuente: http://rafaellemus.wordpress.com/2013/12/05/adios-al-consejo-editorial-de-letras-libres/

Rebobinar 3 / comunicado del subcomandante 'Marcos'

 

Noviembre del 2013.

A quien corresponda:

ADVERTENCIA.- Como se advirtió en el texto autodenominado “Malas y no tan malas noticias”, no se hicieron públicos los textos que antecedían al susodicho.  Ergo, lo que vamos a hacer es “rebobinar” (o, como quien dice, darle “rewind” a la cinta) para llegar a lo que se suponía iba a aparecer el día de muertos.  Cumplido lo cual, puede usted proceder a darle a la lectura en orden inverso al orden inverso en el que irán apareciendo y entonces así tendrá usted… mmh… olvídelo, hasta yo ya me hice pelotas.  El caso es que se entienda el espíritu de, como quien dice, “retrospectiva”, o sea que uno va para allá pero se regresa para ver cómo es que a uno le dio por ir para allá.  ¿Está claro?  ¿No?

ADVERTENCIA A LA ADVERTENCIA.-  Los textos que siguen a continuación no contienen ninguna referencia a las situaciones actuales, coyunturales, trascendentes, importantes, etc., ni tienen implicaciones o referencias políticas, ni nada de eso.  Son textos “inocentes”, como “inocentes” son todos los escritos de quien se autodenomina “el supcomandante de acero inoxidable” (o sea yo merengues).  Cualquier parecido o semejanza con hechos o personas de la vida real es mera esquizofrenia… sí, como la situación internacional y nacional donde se puede ver que… ok, ok, ok, nada de política.

ADVERTENCIA AL CUBO.-  En el muy improbable caso que usted se sienta aludido por lo que a continuación se dice, está rotundamente equivocado… o es un fan vergonzante de las teorías de la conspiración ad hoc (que se puede traducir a “para cada falla, hay una teoría de la conspiración para explicarlo todo y reiterar los errores”).

Va:

P.D. El primer encuentro de Durito con el Gato-Perro.-

Durito estaba serio.  Pero no con la falsa impostura de un funcionario cualquiera de un gobierno cualquiera.  Estaba serio como cuando una pena grande nos abofetea el rostro y nada hay que hacer, como no sea maldecir… o contar un cuento.

Enciende la pipa Don Durito de La Lacandona, errante y errado caballero, consuelo de los afligidos, alegría de los niños, anhelo imposible de mujeres y otr@s, inalcanzable espejo para varones, desvelo de tiranos y tiranuelos, incómoda tesis para ignorantes pedantes.

Mirando arrobado la luz de nuestros desvelos, casi en un susurro narra, para que yo la  transcriba:

 

LA HISTORIA DEL GATO-PERRO

(De como Durito conoció al Gato-Perro y de lo que dijeron esa madrugada sobre los fanatismos).

A simple vista, el gato-perro parece perro… bueno, más bien gato… o perro…hasta que maúlla… o gato… hasta que ladra.

El gato-perro es una incógnita para biólogos terrestres y marinos (¿en qué tabla de clasificación de los seres vivos acomodamos este caso?), caso irresoluble para la psicología (una cirugía neuronal no descubre el centro cerebral que define la perrunez o la gatez), misterio para la antropología (¿los usos y costumbres al mismo tiempo semejantes y antitéticos?), desesperación para la jurisprudencia (¿qué derechos y deberes emanan del ser y no ser?), el santo grial de la ingeniería genética (imposible privatizar ese escurridizo ADN).  En suma: el eslabón perdido que echaría abajo todo el darwinismo de laboratorio, cátedra, simposio, reiterada moda científica.

Pero permítanme narrarles lo que ocurrió:

Como es ley, era madrugada.  Una lucecita bastaba para definir la sombra.  Quieto, caminaba sólo con los pasos de la memoria.  Entonces escuché claramente que alguien decía:

  “Un fanático es alguien que, con vergüenza, esconde una duda”.

No sin antes darle la razón en mis adentros, me acerqué y lo encontré.  Sin mediar presentación alguna, le pregunté:

− Ah, de modo que usted es… un perro.

− Miau − me respondió.

−… O más bien un gato − dije dudando.

− guau − replicó.

− Bueno, un gato-perro − dije y me dije.

− Eso − dijo… o creí que dijo.

− Y la vida, ¿cómo va? − pregunté (y yo transcribí sin dudarlo, dispuesto a no dejarme sorprender con nada, puesto que era un escarabajo quien me dictaba esta singular historia).

− A ratos vale la pena − respondió con una especie de ronroneo −. A ratos como perros y gatos − gruñó.

− ¿Es un problema de identidad? − dije encendiendo la pipa y sacando mi esmarfon-tablet multitouch para escribir (en realidad se trata de un cuaderno de esos engargolados, pero Durito se las quiere dar de muy moderno −nota del escribano−).

− Nah, uno no elige quién es pero sí quién puede ser − ladró desdeñoso el gato-perro −. Y la vida no es más que ese complicado tránsito, logrado o trunco, de una cosa a la otra − agregó con un maullido.

− Entonces, ¿gato o perro? – pregunté.

− Gato-perro − dijo él como señalando lo obvio.

− ¿Y qué lo trae por estas tierras?

− Una ella, qué va a ser.

− Ah.

− Le voy a cantar, porque algunos gatos saben.

− Err… antes de su serenata, que no dudo sea un canto excelso a la fémina que lo inquieta, ¿me podría aclarar lo que dijo al inicio de su participación en este cuento?

− ¿Lo del fanatismo?

− Sí, era algo como que hay quien esconde sus dudas de fe detrás del culto irracional.

− Eso.

− Pero, ¿cómo evitar el instalarse en uno de los tenebrosos cuartos de esa torva casa de espejos que es el fanatismo?  ¿Cómo resistirse a los reclamos y chantajes para instalarse y militar en el fanatismo religioso o laico, el más antiguo sí, pero no el único actual?

− Simple − dice lacónico el gato-perro−, no entrando.

  Construir muchas casas, cada quien la suya.  Abandonar el miedo a la diferencia.

Porque hay algo igual o peor que un fanático religioso, y es un fanático anti religioso, el fanatismo laico.  Y digo que puede ser peor porque éste último acude a la razón como coartada.

Y, claro, sus equivalentes: al homofóbico y machista, la fobia a lo heterosexual y el hembrismo.  Y sume usted el largo etcétera de la historia de la humanidad.

 Los fanáticos de la raza, el color, el credo, el género, la política, el deporte, etcétera, son, al final de cuentas, fanáticos de sí mismos.  Y todos comparten el mismo miedo a lo diferente. Y encasillan al mundo entero en la cerrada caja de las opciones excluyentes: “si no eres tal, entonces eres lo contrario”.

− ¿Quiere usted decir, mi estimado, que los que critican a los fanáticos deportivos son iguales? – interrumpió Durito.

− Es lo mismo.  Ahí tiene, por ejemplo, la política y el deporte, ambos de paga: en los dos los fanáticos piensan que lo profesional es lo que cuenta; en ambos son meros espectadores aplaudiendo o abucheando a los contrincantes, festejando victorias que no son suyas y lamentando derrotas que no les pertenecen; en ambos culpan a los jugadores, al árbitro, a la cancha, al contrario; en ambos esperan que “a la siguiente sí”; ambos piensan que si cambian de técnico, de estrategia o de táctica entonces se resolverá todo; en ambos persiguen a los fanáticos contrarios; en ambos se ignora que el problema está en el sistema.

− ¿Está usted hablando de fútbol? − pregunta Durito mientras saca un balón autografiado por él mismo.

− No sólo de fútbol.  En todo, el problema es quién es el que manda, el dueño, el que dicta las reglas.

En los dos ámbitos se desprecia lo que no sea de paga: el fútbol llanero o callejero, la política que no confluya en coyunturas electorales.  “Si no se gana dinero, ¿para qué entonces?”, se preguntan.

− Ah, ¿está usted hablando de política?

− Ni pensarlo.  Aunque, por ejemplo, cada día que pasa es más evidente que lo que llaman “el Estado Nacional Moderno” es un montón de ruinas en venta de ocasión, y que las clases políticas respectivas se empeñan en rehacer, una y otra vez, la cúspide de un castillo de naipes derruido, sin darse cuenta que las barajas de la base están completamente rotas y ajadas, incapaces de mantenerse erguidas, ya no digamos de sostener algo.

− Mmh… será difícil poner eso en un tuit − dice Durito mientras cuenta para ver si se ajusta a los 140 caracteres.

− La clase política moderna se disputa quién será el piloto de un avión que hace tiempo se estrelló en la realidad neoliberal − sentencia el gato-perro y Durito agradece con una venia.

− ¿Entonces qué hacer? − pregunta Durito mientras guarda con recato su banderín de Los Jaguares de Chiapas.

− Eludir la trampa que sostiene que libertad es poder elegir entre dos opciones impuestas.

Todas las opciones terminantes son una trampa.  No hay sólo dos caminos, de la misma forma que no hay dos colores, dos sexos, dos creencias.  Así que ni ahí, ni allá.  Mejor hacer un nuevo camino que sí vaya a donde uno quiere ir.

− ¿Conclusión? − pregunta Durito.

− Ni perro, ni gato.  Gato-perro, para no servirle a usted.

  Y que nadie juzgue ni condene lo que no entiende, porque lo diferente es una muestra de que no todo está perdido, que hay todavía mucho que mirar y escuchar, que hay otros mundos aún por descubrir…

Se fue el gato-perro que, como su nombre lo indica, tiene las desventajas del perro y las del gato… y ninguna de sus ventajas, si es que las hubiere.

Ya amanecía cuando escuché una mezcla de maullido y ladrido sublime.  Era el gato-perro cantándole, desafinado, a la luz de nuestros mejores sueños.

Y en alguna madrugada, tal vez lejana aún en el calendario y en incierta geografía, ella, la luz que me desvela y devela, entenderá que hubo trazos ocultos y para ella hechos, que tal vez sólo entonces le serán revelados o los reconoce ahora en estas letras, y sabrá en ese momento que no importaba qué caminos anduvieran mis pasos: porque ella fue, es y será, siempre, el único destino que vale la pena.

Tan-tan.

 

P.D.- En la que el Sup trata de explicar, en modo multimedia post moderno, la forma en que l@s zapatistas ven y se ven en su historia propia.

Bueno, primero hay que aclarar que para nosotras, nosotros, nuestra historia no es sólo lo que hemos sido, lo que nos ha pasado, lo que hemos hecho.  Es también, y sobre todo, lo que queremos ser y hacer.

Ahora bien, en esta avalancha de medios audiovisuales que van desde el cine 4D y las televisiones LED 4K, hasta las pantallas policromas y multitouch de los celulares (que muestran la realidad en colores que, permítanme la digresión, no tienen nada qué ver con la realidad), podemos ubicar, en una improbable “línea del tiempo”, nuestro modo de ver nuestra historia con… el kinetoscopio.

Sí, ya sé que me fui un poco lejos, a los orígenes del cine, pero con eso del internet y las múltiples wikis que lo abundan y redundan, no tendrá usted problema en saber a qué me refiero.

A veces, podría parecer que nos acercamos a los formatos 8 y súper 8, y aun así el formato de 16 milímetros sigue estando lejano.

Quiero decir, nuestro modo de explicar nuestra historia parece como una imagen de movimiento continuo y repetitivo, con algunas variaciones que dan esa sensación de móvil inmovilidad.  Siempre atacados y perseguidos, siempre resistiendo; siempre siendo aniquilados, siempre reapareciendo.  Tal vez por eso las denuncias de las bases de apoyo zapatistas, hechas a través de sus Juntas de Buen Gobierno, tienen tan pocas lecturas.  Es como si uno ya hubiera leído eso antes y sólo cambiaran los nombres y las geografías.

Pero también aquí nos mostramos.  Por ejemplo, en:


 

Y sí, es un poco como si en esas imágenes en movimiento de Edison, de 1894, en su kinetoscopio (“Annie Oackley”), nosotros fuéramos la moneda lanzada al aire, mientras la señorita civilización nos dispara una y otra vez (sí, el gobierno sería el empleado servil que lanza la moneda).  O como si en “La llegada del tren” de los Hermanos Lumiere, de 1895, nosotros fuéramos quienes permanecen en el andén mientras el tren del progreso llega y se va.  Al final de este texto encontrará unos videos que le ayudarán a entender esto.

Pero he aquí que el colectivo que somos toma y hace cada fotograma, lo dibuja y lo pinta viendo la realidad que fuimos y somos, muchas veces con los negros de persecuciones y cárceles, con los grises del desprecio, y con el rojo del despojo y la explotación.  Pero también con el color marrón y verde que somos de la tierra que somos.

Cuando alguien de fuera se detiene a mirar nuestra “película”, por lo regular comenta: “¡qué hábil tiradora!”  O “¡qué arriesgado empleado que arroja la moneda al aire sin temor de ser herido!”, pero nadie comenta nada de la moneda.

O, en el tren de los Lumiere, dicen: “pero qué tontos, ¿por qué siguen en el andén y no se suben al tren?”.  O “he ahí una muestra más de que los indígenas están como están porque no quieren progresar”.  Alguno más aventura “¿Viste qué ropa tan ridícula usaban en esa época?”.  Pero si alguien nos preguntara por qué no subimos a ese tren, nosotros diríamos “porque las estaciones que siguen son “decadencia”, “guerra”, “destrucción”, y el destino final es “catástrofe”.  La pregunta pertinente no es por qué no nos subimos nosotros, sino por qué no se bajan ustedes”.

Quienes vienen a estar con nosotros para mirarnos mirándonos, para escucharnos, para aprendernos en la escuelita, descubren que, en cada fotograma, l@s zapatistas hemos agregado una imagen que no es perceptible a simple vista.  Como si el movimiento aparente de las imágenes ocultara lo particular que cada fotograma contiene.   Eso que no se ve en el trasiego cotidiano es la historia que seremos.  Y no hay esmarfon que capture esas imágenes.  Sólo con un corazón muy grande se pueden apreciar.

Claro que no falta quien venga y nos diga que ya hay tabletas y celulares con cámaras al frente y atrás, con colores más vívidos que los de la realidad, que ya hay cámaras e impresoras en tercera dimensión, que el plasma, el lcd y el led, que la democracia representativa, que las elecciones, que los partidos políticos, que la modernidad, que el progreso, que la civilización.

Que dejemos eso del colectivismo (que, además, rima con primitivismo): que abandonemos esa obsesión por el cuidado de la naturaleza, el discurso de la madre tierra, la autogestión, la autonomía, la rebeldía, la libertad.

Nos dicen todo eso editando torpemente que es en su modernidad donde se perpetran los crímenes más atroces; donde los infantes son quemados vivos y los pirómanos son diputados y senadores; donde la ignorancia simula regir los destinos de una nación; donde se destruyen las fuentes de trabajo; donde los maestros son perseguidos y calumniados; donde una gran mentira es opacada por otra mayor; donde se premia y encumbra lo inhumano y cualquier valor ético y moral es síntoma de “atraso cultural”.

Para los grandes medios de paga, ellos son los modernos, nosotros los arcaicos.  Ellos son los civilizados, nosotros los bárbaros.  Ellos son los que trabajan, nosotros los haraganes.  Ellos son la “gente bien”, nosotros los parias. Ellos los sabios, nosotros los ignorantes.  Ellos son los limpios, nosotros los sucios.  Ellos son los bonitos, nosotros los feos.  Ellos son los buenos, nosotros somos los malos.

Y olvidan, ellos y ellas, lo fundamental: ésta es nuestra historia, nuestro modo de verla y de vernos, nuestra forma de pensarnos, de hacernos nuestro camino.  Es nuestra, con nuestros errores, nuestras caídas, nuestros colores, nuestras vidas, nuestras muertes.  Es nuestra libertad.

Así es nuestra historia.

Porque cuando los zapatistas, las zapatistas, dibujamos una llave abajo y a la izquierda en cada fotograma de nuestra película, estamos pensando no en qué puerta abrir, sino en qué casa con qué puerta hay que construir para que esa llave tenga motivo y destino.  Y si la banda sonora de esta película tiene ritmo de polka-balada-corrido-ranchera-cumbia-rock-ska-metal-reggae-trova-punk-hip-hop-rap-y-los-que-se-acumulen no es porque no tengamos noción musical.  Es porque esa casa tendrá todos los colores y todos los sonidos.  Y habrá entonces miradas y oídos nuevos que comprenderán nuestro empeño… aunque sólo silencio y sombra seamos en esos mundos venideros.

Ergo: nosotros tenemos imaginación, ellos sólo tienen esquemas con opciones terminantes.

Por eso su mundo se derrumba.  Por eso el nuestro resurge, justo como esa lucecita que no por pequeña es menor cuando a la sombra abriga.

 

Vale.  Salud y que los cumplamos muy felices, es decir, luchando.

El Sup haciéndose pelotas con los videos que tiene que poner para, como quien dice, ponerle la velita al pastel que no dice, pero se sabe treintañero.

 

México, Noviembre 17 del 2013.

 
Compartimos un poema de  Sebastian Bernal García
 
 
 
|Sebastián Bernal García
Medellín, Colombia
 

IV. Nombre

 


 

Luz,

Delirio en  tu ausencia.

El amor es veneno, si no te lo entrego.

 

Adriana,

Sácame del mar, el agua me ahoga.

No puedo respirar, no tengo tu boca.

 

Mora,

Extraño tu dulzura.

Prefiero morir, a vivir sin tu ternura.

 

Luna,

No te escondas en la nube oscura.

Comparte tu albeo, al hombre mortal.

 
 
 
Exposición pictótica
Colombia - México
Luvtalja Merchan Reina
 
 
 
FRAGMENTACIÓN, DE LUVTALJA MERCHÁN REINA
 
¿En qué radica la fuerza de un cuadro? ¿En la técnica, el estilo, el manejo del color o lo que llaman la paleta que lo define? ¿Acaso en la composición conceptual o en la expresión sensible de las emociones? En Luvtalja consiste en la conjunto de esos elementos: su combinación y la transgresión de algunos de ellos. Destaca, por ejemplo, el uso generoso del óleo, que deja adivinar en su textura y volumen la conmoción interna de la pintora al momento de realizar los trazos, donde la técnica ha sido puesta al servicio de la intencionalidad y la voluntad. Fredy W. Melo, artista plástico colombiano, ha dicho de Luvtalja que en su trayectoria ha pasado por la figuración realista, pasando por etapas de impresionismo y expresionismo; en donde ha logrado catalizar su lenguaje visual por medio del color, de la apropiación del plano de una forma vivencial, porque es así como realiza su obra, no como un ejercicio intelectual y práctico, en donde se aplica mecánicamente cada elemento dentro de la obra, sino que involucra su estado de ánimo y sus sentimientos junto con los conocimientos adquiridos durante sus años de formación”.
Fragmentación, La obra con la que se presenta Luvtalja en el Festival Internacional Revueltas 2013, donde Colombia es el país invitado, está compuesta por 15 obras. De las cuales la pintora ha dicho: “En ella hay una mirada del sentir en el presente. Tempestades que acosan a la artista para ser plasmadas, incluso contra mi voluntad, ya que confronta a la migrante que soy ahora con mi origen. Dos países distintos, con realidades semejantes que inevitablemente plantean un conflicto existencial que reclama ser resuelto en el lienzo, o por lo menos dejar testimonio de él. Las obras coexisten, se abrazan en una simbiosis reflexiva, dejando que fluya lo que le pertenece al cuerpo y el alma. En efecto, la exposición presenta una serie de variantes alrededor de un discurso que va desde la añoranza no sentimental de su país al encuentro cara a cara con problemáticas humanas, ya no regionales, en las que el habitante enfrenta una realidad apocalíptica.
El pintor Manuel León Cuartas, Historiador de arte de la Universidad Nacional del Tolima, enfatiza que “El tratamiento del color preserva —en Luvtalja— una densidad corpórea, pero volátil y etérea que recorre sutilmente todo el espacio pictórico, con una materia gestual y traslúcida, que impregna la superficie de esencias orgánicas a manera de células cromáticas, que se regeneran permanentemente, dando la sensación del renovamiento vital de su universo plástico. Lo que podemos constatar en Temores, cinco de los cuadros con los que cierra el recorrido de Fragmentación.
Rolando Muñoz Félix
Octubre de 2013
 








Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática 
de Noam Chomsky 
en la voz de Eduardo Aliverti

100 MIL POETAS POR EL CAMBIO EN DURANGO

Durango, aparece en la lista de Ciudades de 100 mil poetas por el cambio 2013

http://100tpc.org/

La cita es el 28 de septiembre de 2013 en la pequeña plaza denominada Jardín Hidalgo, en la Zona Centro de la Ciudad de Durango. Donde músicos pintores y escritores compartirán el mismo espacio.




ALGO SOBRE 1OOTPC


Es una organización de carácter global, que cada año organiza diferentes actividades artísticas y culturales  de manera simultánea en TODO el mundo, manifestándose a favor de la PAZ, LA HERMANDAD y el MEDIO AMBIENTE.
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¿De qué tipo de cambio estamos hablando?”

El primer tipo de cambio es que los poetas, escritores, artistas, cualquier persona, de hecho se reúna para crear y representar, educar y demostrar, de manera simultánea, con otras comunidades alrededor del mundo. Esto cambiará la manera en que vemos nuestra comunidad local y la comunidad global. Todos nos hemos alienado de manera increíble en los últimos años. Apenas y conocemos a nuestros vecinos al final de la calle, mucho menos a nuestros aliados creativos que viven y comparten nuestras preocupaciones en otros países. Necesitamos sentir este tipo de solidaridad global. Creo que nos dará gran empoderamiento.

Y por supuesto, está el cambio político/social sobre el que muchos de nosotros hablamos en estos días. Hay problemas en el mundo. Guerras, ecocidios, falta de cuidado de salud accesible, racismo, la lista continúa.

Parece que la transformación del mundo hacia un mundo más sustentable es una de las principales preocupaciones y podría ser un principio orientador global para este evento. La paz también parece ser una causa común. La guerra no es sustentable. Hay una sensación creciente de que necesitamos avanzar y dejar de retroceder. Pero no estoy tratando de ser dogmático. Espero que juntos podamos desarrollar nuestras ideas del “cambio/transformación” que estamos buscando como grupo, y que cada grupo comunitario decida su propia área específica de enfoque por el cambio para este evento en particular.



PREMIO LITERARIO IMAC 2013

El Instituto Municipal del Arte y la Cultura (IMAC) y la Fundación ‘Guadalupe y Pereyra’ entregaron el pasado jueves, 29 de agosto, el premio literario más importante al que se convocó durante la actual administración.

Dos promesas de la poesía y la prosa mexicana recibieron su reconocimiento y premio económico definidos en las Convocatorias Literarias 2013 impulsadas por ambos organismos culturales.
Shamir Abdel Nazer Arce y Pablo Antúnez, fueron los jóvenes que resultaron seleccionados entre los aspirantes que presentaron su propuesta literaria en las categorías de cuento, ensayo literario y poesía. 

Ambos fueron premiados con 20 mil pesos en efectivo, la publicación de su obra en los próximos meses con lo que de manera implícita se contribuye a la difusión de su obra. 
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Leer a Pablo Antúnez es conocer un poco de su ser, un hombre que todo observa, que calla y que es bastante preciso al decir lo que siente y piensa; un hombre que va más allá de lo superficial, que tiende a filosofar y llevar a la lucidez cada uno de los pasajes diarios, por más cotidianos que puedan parecer.
Eso es ‘Fuera de cualquier paraíso habitual’, la selección de poemas que llevó a Antúnez a su más reciente galardón, en el que el erotismo, lo habitual, el amor y la vida vista desde tres perspectivas: científica, teísta y filosófica, se funden y alcanzan un ritmo similar al de alguna melodía, otro de los grandes intereses de Pablo.



Fuente: Boletin IMAC










¿QUIERES CAMBIAR AL MUNDO?
Odio a los poetas. Los odio.
 |Elma Correa

Odio a esos poetas jóvenes, ilusos, que abanderados por Mario Benedetti ladran versos sin sentido destinados a cambiar el mundo. Se les puede encontrar, con megáfono o sin él, sobre todo en los camiones, aunque los hay que de pronto resultan ubicuos e infestan plazas, cafeterías, monumentos y debajo de las piedras; porque ellos, a pesar de haber nacido al final de los años ochenta o durante los noventa, han descubierto el “arte acción”, y les parece muy contracultural y antisistema contaminar los espacios públicos con sus berridos. Es que están llevando la Poesía a quien no la tiene. Ah.
Se les puede encontrar también en las escuelas de letras, denostando a sus maestros, el programa de estudios y la burocracia escolar, pero incapaces de redactar una tarea sin faltas de ortografía. Son amantes de los puntos suspensivos porque piensan que llenan sus textos de misterio y sensibilidad, acusan al Estado de marginarlos por sus ideales y se autopublican en plaquettes y ediciones cartoneras con títulos como Las llamas de mi fuego, Mi corazón se desmorona, o La poesía invade mi ser.
No les gusta leer para no contaminarse. Los únicos escritores que conocen son Sabines y Sabina. La trova los conmueve hasta las lágrimas y les incita a continuar con su labor. Todos se parecen. Los odio por igual.
Los peores son los poetas jóvenes que, además de conciencia social, tienen conciencia ecológica. Son los que escriben poesía verde dando voz a los lamentos de la pachamama. Los odio. Son los que poniendo el ejemplo sobre el cuidado del agua, pueden pasar mes y medio sin bañarse.
Odio a los poetas de mediana edad. Los odio. Esos que ganaron un certamen municipal o una beca estatal y llevan su libro de 1998 a todas partes. Esos que no se pierden ningún evento cultural porque son los únicos momentos en que pueden beber vino, aunque sea barato, y alardear acerca de su próxima obra maestra, esa que llevan escribiendo la mitad de su vida y que revolucionará el lenguaje y nuestra manera de ver a los árboles y las flores. Esos que son titulares en el taller de creación literaria de la universidad local, los editores de la revista de la universidad local; y que participan en toda presentación, conferencia, seminario, charla o debate de la universidad local donde haya café y surtido rico de Gamesa, así sea sobre las últimas investigaciones veterinarias acerca del moquillo en las razas mestizas.
Los odio.
Odio a las señoras ultrasensibles que visten huipil, rebozo y tacones de doce centímetros, esas que organizan los recitales para las glorias del pueblo y aprovechan los últimos minutos de la velada para leer sus sentidos pensamientos y reflexiones en rima sobre la importancia de la niñez, la fealdad de los pobres y el crimen del aborto. Las odio. Odio sus libros impresos con dinero de sus amigas, la Chiquis Corcuera, la NenaVildosola, la Beba Videgaray y las otras chicas del bingo; esos libros cuya portada es una foto panorámica de la playa, con la autora en primer plano, alzando sus brazos al sol del amanecer.
Odio a los poetas. Los odio.
Odio a los poetas viejos, esos envilecidos por la vida literaria de provincia. Esos que creen que la credencial del Insen les otorga por default el paso a la gloria y posteridad. No importa que no tengan talento. No importa que no hayan publicado en los últimos veinte años. Esos que sobreviven impartiendo talleres por todo el país en donde les pagan por trabajar los textos de los participantes, pero que se dedican a vociferar contra la institución que los contrató, a maldecir a los funcionarios que firman sus cheques y a romper las ilusiones de los asistentes con frases del tipo: “¿Quién te dijo que esta cochinada es poesía?”, “Tú no sabes escribir, dedícate a la carpintería”, “¿Dónde esta mi dentadura?”, o “Esa de las tetas grandes, ¿cómo se llama?”.
Los odio.
Odio a los poetas hipsters, los que sueñan con publicar en La Tempestad y bailan sonidero. Esos que citan a Walser por lo que han leído en Wikiquotes. Los que en las cantinas de mala muerte conversan con los borrachos del lugar para sentir la miseria humana de primera mano, y les pagan una ronda antes de arrancar su automóvil híbrido. Esos que llegan a sus lecturas en bicicleta, luciendo intencionalmente desaliñados, acompañados de una trophy girlfriend anoréxica y disléxica.
Los odio.
Los odio a todos.
Pero odio mucho más a los artistas multidisciplinarios.

Fuente: Revista Tierra Adentro

 Elma Correa. Es narradora. Becaria del pecda Baja California 2010-2011 en la categoría de letras. Ha publicado en diferentes revistas del país..

El brujo como una admonición de la bruja
Amárrate a una escoba y alcanza el cielo, de Pablo Antúnez


Por Andrés Cisneros de la Cruz

I wish you could swim / Like the dolphins / can swim
though nothing, nothing will keep us together. 
David Bowie  
Querido ángel estas aquí, en el rugir de las guitarras 
mirando azul nuestros lamentos, perros de felicidad 
querido cielo no quiero morir, lárgate lejos de mi canción 
querido cielo vete de aquí, no quiero verte
ni en mis sueños, deja mis sueños. Javier Corcovado


Fuente
 


La música es un estado de perfección entre lo melódico y lo rítmico que se desarrolla cuánticamente —quiero plantearlo de ese modo— en lo que se conoce como una sinfonía (apúntese también poema sinfónico), y que en sus varias dimensiones discursivas, o de transcursos múltiples genera una obra completa a partir de las particularidades perceptivas que se manifiestan por un cuerpo específico, asúmase así el instrumento que representa su propia partitura. Ravel por eso puede orquestar a Mussorgsky, y por eso las gymnopedias Satie las planteó como una capa más dentro del ruido cotidiano, como una extensión gimnástica de la realidad; es decir, entendiendo la música también como un ejercicio “físico” del arte.
Es importante decir que Amárrate a una escoba y alcanza el cielo, de Pablo Antúnez, editado por la Universidad Juárez del Estado de Durango, es un libro arriesgado, y eso es valor que no cualquier poeta de buró se animaría a realizar. Salir en busca del sentido popular de una frase que puede imprimatar a una generación entera de habitantes, frase de una canción sema-geográfica; es decir, que logra reunir un cúmulo de personas en torno a una identidad, a través del ritual que es la música.
Amárrate a una escoba y vuela lejos es un verso de Saúl Hernández, el cual ocupa en una paráfrasis, Pablo Antúnez, y que es epílogo del elepé el diablito, compuesto elementalmente de canciones profanas, no al modo de Alfonso el Sabio; pero de una carga mariana —guadalupana por supuesto antes que europea—; esto pronunciado desde del característico politeísmo imperial mexica de un guerrero/sacerdote y su cosmovisión en crisis.
Cabe aquí la reflexión, de que cualquier lector serio de poesía mexicana del siglo XX, no puede (léase desde lo profesional mi comentario) dejar de ahondar en el movimiento Rupestre que surge, contiguo, de mano del bardo Ro(c)drigo González, bautista de un ato de cancioneros, entre ellos el emblemático José Cruz Camargo (Real de Catorce), o el mismo Jaime López, padrino de Cecilia Toussaint o de José Manuel Aguilera, o el hermano siamés de Saúl Hernández, Arturo Meza, así como, más activo en lo reciente, Rafael Catana. A esta veta de conocedores del verso y sus intrincaciones antropológicas es que debemos el fenómeno de los Caifanes —con todo y su alusión histórica a la película que da origen al nombre del grupo, donde participa el mítico Óscar Chávez, o el mismo Monsiváis— y sus letras que sembraron, no sólo afición por la música en los chavos universitarios de los 80 y 90, sino que también dejaron un paganismo práctico que “envenenó”—si seguimos los apuntes de Pablo Antúnez— la visión poética del mexicano de esas décadas, asumiéndose como descendientes de Caín. Por eso en la página 32, Pablo escribe: “¡Caín!, ¡Caín! / ese cabrón me heredó / sus lindas tentaciones”.
Las batallas en el cielo, la conquista del paraíso, las bodas entre el cielo y la tierra; en pocas palabras, la noción del dominio metafísico del mundo, es un ejercicio que ha preocupado a “los poetas” desde hace varios siglos. Especifico “los poetas” como género masculino, y los “siglos” como una generación cíclica, válgase la redundancia, para consolidar dicho dominio. Porque un brujo es en sí mismo percibido como un benefactor de la humanidad, recordemos a Merlín, o cristianamente al Bautista, o desde la poesía mexicana, El aprendiz de brujo, de Sergio Mondragón —otra vez la música— si recordamos el mismo título del poema sinfónico de Paul Dukas, basado así mismo en Goethe. Es elemental hacer esta acotación para entender el libro de Antúnez, pues por el otro lado las brujas, por el contrario, son percibidas o estigmatizadas como las maléficas de la historia. Sólo recordemos a Medusa, o cristianamente la figura femenina reducida a una sierva de dios con Magdalena (que hace un extenso y bello poema Rilke, traduciendo un sermón al respecto); o en la poesía mexicana si quiere verse, la bruja es una figura que retorna en voz de las poetas para tomar venganza, o realizar un acto de liberación; o desde otra perspectiva, como una bandera de resguardo para el ejercicio del conocimiento de las artes de la naturaleza. Y de un modo más marcado en las canciones que aluden a La llorona, a la Bruja, y la repetitiva imagen de la mujer como un ícono divino, poseedor de los poderes del bien y del mal. 
No es en vano que una de las grandes poetas de México no haya sido antologada aún por los “poetas” en sus antologías históricas. María Sabina es una proscrita del lenguaje y de la poesía, cuando su “magia” es más poesía que mucho de lo que se compendia como tal, aunque también soporte mucha carga de los dominios cristianos varoncentristas (para no ocupar el término genérico de lo que se ha entendido como lo humanista). Mejor Camilo José Cela, premio nobel de literatura, ocupa los cantos líricos de María Sabina como soporte de una de sus obras.
Por eso el gen transgresor que Antúnez lleva bajo la piel, tiene que ver con la osadía de no sólo asumir el carácter simbólico de varias sectas de poetas en México, sino que también asume el lugar del escriba que hace del tratado natural de la música popular su base para realizar un ejercicio sustentado en la poética de un Contrafacta. Toma los elementos circundantes, e intenta despojarlos de su condición social, para injertarlos en un tubo de ensayo de rasgos cristianos, los mete al laboratorio y falla. Se equivoca una y otra vez. Se topa contra la pared de la quimera fallida de la alquimia, que ahora sólo es historia de un poeta emasculado a su propia Cuesta. Por algo la inquisición, dentro de las más de 100 mil personas que llevó a la hoguera, incluyó a ese 20% de víctimas, personas que eran consideradas como los errantes. El otro 80% fueron mujeres, sabias, curanderas, magas, hechiceras o brujas, poetas, escribas, estudiosas, etc.
Tomemos como base la primer estrofa de la canción de Saúl Hernández: “aunque no te importe nada / la vida de un delfín, / nadarás a fin de siglo en tu pecera”. Versos que Antúnez prefiere cantar en lo que él llama, yo mayor, de ese modo escribe: “he escuchado el llanto de un ángel / incrustándose en mis huesos”. El llanto, el canto, la era de piscis dirán los esoteristas del verso. Así, el ángel de la primera parte del libro, Fuera de un paraíso habitual, se torna en niña, en mujer, en monja, y finalmente en puta, que encarna a la muerte en la segunda y tercera parte Trepado sobre el espinazo de la duda; en la cuarta y quinta parte, el dios (siempre en cursivas) del lenguaje —que enuncia desde la perspectiva psicoanalítica Lacan, pero que Antúnez lo refiere de San Agustín— se aferra a los poemas que se entregan al martirio y a la voluntad cognitiva de la deidad, así el poeta se ofrenda al tiempo y su peso. A la experiencia del dominio del padre. Y cierra el libro con este par de versos conclusivos: “no cambio a mi Dios por nada / ni siquiera por un cielo o una tierra nueva”.
El paraíso está perdido, o no lo hubo. “Si no sabes si eres rata, / o una masa amorfa más / sólo basta darle un beso al espejo”. Sigue la canción de el diablito, apología de algunos tiempos perdidos, que Antúnez en la página 70 resume así: “la calle de mi boca / calca rosas exiliadas / y mata a las putas que muerden historias olvidadas. / No hay verdad en este paraíso / ni en ningún otro / hay una libertad abortada en cada idea concebida”.
Podemos decir que Amárrate a una escoba y alcanza el cielo, es un libro triste, de renuncia, pero también de entrega. De resignación, y por tanto que asume el sentido que otorga un valor mayor; el peso del cielo, antes que el de la distancia. El techo, antes que la boca abierta del universo. Lo que parece vida, antes que lo que parece muerte.
            Este poemario nos hace recordar que en México, en los 80, mientras los poetas oficiales, bajo la tutela de Octavio Paz jugaban a ser “malditos” (como lo apunta Francisco Hernández en su famoso poema: “de niño jugaba a ser poeta maldito”), el malditismo se daba en otras latitudes; si los malditos decimonónicos fueron franceses, y para medio siglo XX los ingleses tenían en los beats su rebelión silvestre; en México es con los músicos rupestres (aprendices de poetas) y Mario Santiago Papasquiaro (por cierto, nombre del pueblo donde nació en Durango, José Revueltas) y Orlando Guillén con su revista Le Prosa, donde se aterriza esa poética del mal-viviente. Asumiendo que el ejercicio del brujo fue asumido ritualmente más por los poetas del ascenso (los bardos vulgares), y no por los del descenso, los aprendices del báculo áulico. Los bardos mexicanos fueron nómadas, trashumantes cruzando varias veces el mismo centro; palimpsesto si se quiere, de una realidad mexicana sin registro para esa época, y que son los primeros, no sólo en registrarla, sino en ritualizarla.
Curiosamente en las generaciones actuales de poetas nacionales es más fácil ver un epígrafe de Rilke o Ginsberg, que alguno de los callejeros mexicanos. El malditismo mexicano para los poetas es todavía un espacio que no ha sido registrado o tomado en serio como referente; no para su estudio, sino llanamente para su lectura. Es parte de su corpus tácito; pero no está concientizado, de tal modo que muchos poemas al ser deudores secretos de esta tradición joven e invisible, tienden a repetir y caer en el lugar común sin percatarse de su pifia.
            Pablo Antúnez pertenece a los aprendices de ollave, si leemos a Graves. Aprendices de brujo, si leemos a Mondragón. El verso original, del cual parte la paráfrasis del título, es: si no quieres entender / que invernando están las brujas / amárrate a una escoba / y vuela lejos. / Muy lejos. Es crucial para entender el sentido del libro y buscar la analogía y contraposición entre “alcanzar el cielo”: tocar fondo, llegar al límite, y su contra parte, el “ir lejos”, no llegar nunca, enfrentar el vacío que aparece siempre con rostro de pregunta: la incertidumbre. La infinitud del cosmos. Por eso concluye la canción: “aunque no puedas, / aunque te mueras”. Es decir, la muerte llega antes de que lleguemos a ninguna parte.

Amárrate A Una Escoba Y Vuela Lejos by Caifanes on Grooveshark
La muerte es el sitio que nos reúne a todos. Llegar antes a cualquier parte, es estar muerto de antemano. Por eso el cielo del lenguaje paterno es un límite que endulza el oído al que inherente ama la muerte. Pablo Antúnez los sabe, lo apunta. Lo que nos hace diferentes como poetas, o como humanos, es cómo concebimos la muerte. Al final están los poetas que enfrentan el fin con la certeza de una respuesta; los que buscan la permanente. Y los poetas que la enfrentan con la infinita incertidumbre de un racimo de preguntas, bardos que trascienden con una poética que se desintegra en canto.